Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión.

William Shakespeare

jueves, 22 de marzo de 2012

Desde el cielo

¡Tú! Si tú, papá si se te puede llamar así, aunque no lo creo. El que cada noche hacía llorar a mamá, el que cada mañana le insultaba y no dejaba de despreciar todas las tareas que hacía para ti a lo largo del día. El que de todas las palabras que salían de tu boca ninguna era agradable hacía ella, ni hacia a mí. El que cada noche salía de fiesta y volvía ebrio,descamisado, y si mamá te regañaba, lo único que hacías era conseguir que se sintiera mal por llamarte la atención de algo que tenia toda razón, ya que lo único que hacías era intentar seguir la fiesta en casa con ella, la cual tenía que ceder siempre por miedo, por miedo a que la pegaras. Si tú, el que ahora estas entre rejas por lo que sucedió aquella noche, aquella noche que a mamá perdió su sonrisa para siempre, porque apenas sonreía pero ya no lo hará nunca jamas.

 Aquella noche que como otras muchas venías borracho, ella ya no decía nada, ya que pensaba que era lógico que de siete noches que tiene una semana cinco estuvieras borracho, pensaba que tenías toda la razón y que cuando le levantabas la mano era por su bien, pensaba que le querías tanto que simplemente lo hacías para educarle y para que se sintiera mejor, y aunque ella sufría como te quería no era capaz de abrir los ojos. Aquella noche en la que mamá me dejo irme a dormir una hora después porque ambos estuvimos esperándote para cenar ya que era mi octavo cumpleaños y ella había preparado una tarta riquísima. Pero tú como siempre no viniste, yo me fui triste a la cama como la mayoría de las noches, en parte pensaba que era mejor que no hubieras estado porque seguro que aunque solo hubiera sido una sola vez le hubieras levantado la mano.

 Ese día llegaste a las once y yo seguía despierto, empezaste a gritarle, mientras ella estaba temblando como cada vez que oía entrar la llave en la cerradura, le cogiste de las manos y le intentaste besar, yo salí de mi habitación cuando mamá empezó a llorar, estaba arto de ver esa situación, y con mis ocho años me sentí preparado para hacer lo que ella hacía cada día por mí, LUCHAR y seguir LUCHANDO.

 Te dije no lo hagas, ya que la tenías empotrada en la pared, ya que querías seguir de cachondeo, ahí ella se armo de valor y te empujó pero eso tú no lo podías consentir así que acto seguido, la diste un empujón y ella cayó al suelo. Corrí a su lado para protegerle tu diste una patada que por equivocación acabó en mi cabeza, y me dí un gran golpe contra la pared, con el cual deje de sentir, dejando sola a mamá.

Por desgracia, gracias a eso ella fue a denunciar y gracias a la justicia tu ahora estas entre rejas, y aunque ella siga derrochando todos los días una lágrima por mi, no derrocha cien por alguien como tú.

Esta carta es para ti, que espero que después de verte entre unas barras de metal pienses lo que hiciste sufrir a una persona que hasta llevando noches sin dormir por tu culpa, te ponía una sonrisa y ante todo estaba GUAPA.



Con esta historia quiero hacer ver que un problema en nuestra sociedad es el maltrato hacia la mujer, y que yo creo que debía de radicarse tanto para la mujer como para los hombres.

Isabel García Cerrato.

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